Gustavo Torner

Miembro del Comité Asesor de la Empresa Pública

DON QUIJOTE DE LA MANCHA 2005, S.A.

Gustavo Torner

 

Gustavo Torner, nacido en Cuenca en 1926, formó parte junto con Gerardo Rueda y Fernando Zóbel de la denominada "escuela conquense", que a mediados de los años 60 protagonizó uno de los primeros intentos de institucionalizar el arte moderno en nuestro país, con la fundación del Museo de Arte Abstracto Español en esta misma ciudad.

Torner fué un artista autodidacta. Estudió Ingeniería Técnica Forestal y comenzó a ejercer su profesión en 1946 en Teruel. Su habilidad como dibujante le proporcionó el encargo de unas láminas de botánica para la obra Flora Forestal de España, dibujos de gran calidad y precisión científica, que constituyeron para él verdaderos ejercicios de estilo. Los viajes que hizo en 1950 a Francia e Italia fueron importantes en esta época en la que se estaba definiendo su vocación artística. Un año más tarde se instaló en Cuenca, donde continuó trabajando como ingeniero, pero ya con una definitiva inclinación por el mundo de la pintura, en que ejerció un gran influencia su amistad con Antonio Saura.

El tema fundamental en las primeras obras del artista fué la Naturaleza, por la que siempre ha sentido un gran interés. En 1956 elaboró su primera obra abstracta: Roca. Con ella inició una etapa, que se inscribe dentro del infomalismo, en la que pretendía expresar un concepto, sin ningún tipo de referencias figurativas, por medio de los materiales empleados, incidiendo especialmente en sus texturas. En un principio reflejaba el aspecto de rocas agrietadas, troncos viejos, musgos y tierras, utilizando tan sólo pintura al óleo, pero más tarde, para aumentar esta sensación, lo mezcló con otros ingredientes como feldespato, arena, cáñamo, o raíces vegetales.

A mediados de los años 60 la obra de Torner se hizo mucho más compleja, en su afán por conseguir una mayor expresividad. Sustituyó el lienzo por madera o metal, comenzó a introducir objetos y todo tipo de materiales -plástico, cartón, piel sintética, nylon, etc.-, y realizó una serie de montajes con un gran sentido escenográfico. A esta etapa pertenece la serie Homenajes a artistas del pasado, comenzada en 1965. En estas composiciones, como en el resto de la obra de Torner, suelen aparecer imágenes contradictorias con un significado concreto. Zóbel lo definía como un "mundo equívoco y borgesiano" en el que se confunden realidades y apariencias, los opuestos se tocan y nada es realmente lo que parece ser.

Paralelamente, en estos mismos años el artista se inicio en el campo de la escultura, con el Monumento Conmemorativo del I Congreso Mundial Forestal, realizado en 1966.Una obra elaborada con troncos de árboles y acero inoxidable, que se inscribía perfectamente en el entorno donde había sido ubicada, en plena serranía de Cuenca. Entre 1971 y 1977 Torner se dedicó en gran medida a esta actividad   escultórica monumental. En líneas generales, son piezas de gran tamaño y formas geométricas sencillas, en las que utiliza todo tipo de materiales y conserva su interés por las texturas y el tratamiento de las superficies. A pesar de que están construídas con elementos simples  sin embargo suelen tener una gran complejidad técnica, con montajes en los que se introducen a veces elementos mecánicos, como agua, electricidad, etc. Son composiciones que transmiten una determinada idea, cuya comprensión puede resultar complicada para el espectador si no está familiarizado con el proceso mental del artista. En Madrid hay varios monumentos suyos instalados en lugares públicos, entre ellos La rectitud de las cosas, junto al Museo Municipal (1980).

En 1965 Torner abandónó definitivamente su carrera como ingeniero para dedicarse exclusivamente a la creación plástica. Desde entonces, ha alternado la pintura y la escultura con las más variadas actividades artísticas: obra gráfica, figurines para obras de teatro, escenografías, tapices, etc. También ha realizado diseños de espacios ambientes, como la decoración de las tiendas de la casa Loewe y la reestructuración de diversas salas del Museo del Prado. en este campo destaca su trabajo -de 1963 a 1966- en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, donde intervino para que se instalara la colección, aportada por Zóbel, en el inmejorable marco de las Casas Colgadas y realizó todo el montaje de las salas de exposición. En la actualidad es el asesor artístico de la fundación Juan March y en 1993 ha sido nombrado miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.