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No debe parecernos, pues, extraño, que nuestra mente "se halle llena de repetidas versiones de rebaños y pastores, a pesar de que en la Obra no abunden tales descripciones -por muy importantes que sean determinados encuentros o lances, que Don Quijote mantiene con rebaños, o cabreros.

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¿Acaso podían existir en la Mancha tantos y tantos rebaños como los que hemos "visto", mientras leíamos extasiados las historias? Pues, sí, amigo lector. Efectivamente, en la época de Don Quijote, la cabaña de ganado lanar era en extremo importante en la Mancha. Desde aquí se exportaban las mejores lanas merinas a Centroeuropa. Tres grandes cañadas atravesaban España, y una de ellas era la "cañada manchega" (las otras dos, la segoviana y la leonesa). y millones de ovejas transitaban por ellas, en su trashumante búsqueda de los mejores pastos. En un censo de la época llegaron a contarse más de tres millones y medio de cabezas de ganado lanar, en el conjunto de las tierras de España. ¡Algunos rebaños alcanzaban la cifra de doscientas mil cabezas! La Mancha, pues, era una de las regiones más importantes, entre las que estaban representadas en las "mestas". Es, entonces,evidente, que no habríamos debido dudar de nuestras "visiones" de tantos y tan abundantes rebaños.

Esto esta ahora claro. Lo único, sin embargo, que continuará pareciéndonos incomprensible, será el hecho de que los duendecillos, o encantadores, que se esconden entre las páginas del misterioso libro, puedan seguir jugando de tal guisa con nuestra imaginación.

Ningún tratado sobre la Mancha, ninguna guía que haya podido editarse, podrá sernos de tanta utilidad en nuestra excursión por estas tierras, como pueda serlo el "Quijote". Solo él nos prepara el espíritu, infundiéndonos la disposición adecuada para poder apreciar cuanto nos rodea.

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Notamos claramente este influjo, cuando visitamos, por ejemplo, las hermosísimas lagunas de Ruidera. "Forman un cintillo maravilloso, una tras otras, engarzadas por canalillos, canales y puentes naturales...Tan transparente es el agua, que desde las alturas se puede ver el vientre nacarado de las carpas. En torno, el silencio es tan profundo, que se oiría el paso del tiempo, si no se oyera mejor, de cuando en cuando, el silbido de un pastor", son las palabras de Victor de la Serna.

Este es otro paraíso natural, parte de esta tierra prometida que es la Mancha. Lucios, barbos, bogas y carpas proliferan en estas aguas de las quince lagunas. y muy cerca de ellas, si tomarnos por el camino que lleva a Villahermosa, encontraremos la célebre Cueva de Montesinos, de cuya inquietante boca nos parecerá ver surgir a Don Quijote y escuchar aquellas electrizantes palabras suyas: "Dios os lo perdone, amigos, que me habéis quitado de la más sabrosa y agradable vida y vista, que ningún humano ha visto ni pasado".

 

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